Vivimos por el deseo, deseamos por
ilusión, la ilusión es por lo que no tenemos, por lo que soñamos, es algo que
nos da calor. Y si no soñamos, no tenemos, y si no tenemos una ilusión, no
deseamos y si no deseamos solo pasamos, pero vivir, de verdad vivir,
no.
Y si en nuestra verdad no estamos,
aunque si lo estemos para el exterior, la verdad solo es mentira y la vida es
solo ilusión, que parece realidad a los demás, que a nosotros, no.
Y cuando sin vivir, vivimos, sin
morir estamos muertos. ¿O no?
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Todos tenemos nuestras ideas,
nuestras convicciones, nuestras verdades. Los otros tienen las suyas. Todos
intentamos llevar a los demás, la verdad, la nuestra que es la de verdad, que
las de los otros no son verdades. Y las lanzamos seguros de convencer. Y no
convencemos, no, que el otro tiene la verdad, su verdad, y lo nuestro no lo es.
Y convencerlos, lo que se dice convencerlos, pues no. Nadie convence a los otros
con explicación. Pero a veces nos convencen, convencemos. Lo hacemos por
seducción. Es el único camino. Otro no hay, no.
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¿Cómo nos seducen, seducimos? La
seducción es insinuación y sugerencia implícita. La seducción va al inconsciente
que es el que capta la insinuación y la sugerencia implícita. ¿Y por que nos
seduce?. Porque ataca nuestras inseguridades, que están en el inconsciente. Y
nuestras inseguridades son el no de nuestras convicciones. Y si atacamos al no,
también lo hacemos al si, que todo es dual. Y lo atacamos aflorando esa propia
inseguridad, y el Dorado recibido. Pero no nos hemos de dar cuenta consciente de
ese Dorado, que somos muy nuestros y no queremos nada de nadie. Y al no conocer
u olvidar de inmediato el origen de la idea insinuada, la hacemos nuestra y
lucha con nuestra verdad consciente.
Pero la seducción es paciencia.
Bienaventurados los pacientes porque de ellos será en reino de la convicción. De
los no pacientes, no.
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Todos somos narcisos. Todos nos
consideramos los mas, o con pocos mas por encima. Primero lo somos de cuerpo y
según avanzamos en la vida, lo vamos cambiando a la mente. Nos amamos
profundamente. Primero a nuestro cuerpo joven, después a nuestra mente cultivada
y experimentada. Cuando vemos lo distinto que piensa nuestro entorno, protegemos
nuestra belleza mental. ¿Qué ocurre si nuestro entorno piensa como nosotros?.
Que no tenemos que protegernos y nos relajamos, que no activamos nuestras
defensas. Y sin defensas nos conquistan. Parécete a quien te interese como a ti
mismo y tuyo será el reino de los cielos. Si no, no.
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